Ana Fernández: ‘El poder de las creencias y su vinculación con las decisiones financieras’
Ver la entrevista completa en www.vozpopuli
Las decisiones que tomamos en relación a nuestras inversiones están vinculadas a nuestras creencias, y por tanto, recomiendo a todos los inversores tomar un tiempo para parar y reflexionar sobre ello, con el fin de detectar las creencias en las que se apoya la toma de la decisión de inversión.
Una creencia es una idea o pensamiento que se asume como verdadero. Lo expresamos en forma de afirmación, ya que entramos en un estado de la mente en el que damos por verdadero el conocimiento o la experiencia que tenemos acerca de una situación o de una cosa.
Existen distintos tipos de creencias: las creencias internas, que son aquellas propias de nuestros pensamientos y experiencias; y las creencias externas que son las creencias colectivas que tenemos inculcadas por la cultura de nuestro país, por nuestro entorno familiar, social, y cultural.
Dentro de las creencias, independientemente si son internas o externas, podemos definir las creencias según la disposición que tengamos ante ellas, las cuales pueden ser creencias abiertas o creencias cerradas.
Nuestras creencias cerradas admiten discusión exclusivamente con personas a las que les damos una autoridad, con las personas con las que tenemos afinidad o con las personas que consideramos un ideal. Las creencias que consideramos cerradas son aquellas que están relacionadas con la religión, la política, las creencias sociales, con los mitos y con los refranes, a los que les otorgamos una creencia válida al ser una creencia validada como verdadera por un número importante de personas que ratifican su validez.
En cuanto a las creencias abiertas, son aquellas sobre las que admitimos todo tipo de discusión en cualquier tipo de entorno y con cualquier tipo de persona. Estas son las creencias relativas a todo lo referente con el campo científico, histórico, de innovación o modas.
Al margen de la tipología comentada, nuestras creencias pueden ser creencias poderosas, que son las que nos capacitan y nos dan la fuerza mental y que tienen el poder de impulsarnos a conseguir nuestros proyectos y objetivos.
Al igual que tenemos creencias que nos afectan de forma positiva, también tenemos creencias limitadoras, que son aquellas que nos paralizan, o que nos limitan para alcanzar nuestros objetivos y que nos impiden plantearnos nuevos retos.
Es muy importante saber que vivimos en base a nuestras creencias, sean estas poderosas ó limitadoras y hablamos en función de ellas. El lenguaje que utilizamos es de suma importancia, porque con él creamos vínculos y realidades. Somos lo que pensamos, y por tanto, actuamos como somos.
Si vinculamos nuestras creencias con nuestras decisiones financieras, obtendremos conclusiones muy interesantes. Por ejemplo, hay personas para las que invertir en acciones les hace sentir miedo ante la posibilidad de perder dinero, mientras que otras personas lo consideran una excelente vía de ahorro a largo plazo.
Hay muchas maneras de invertir y cada persona tiene que conocer si invierte para preservar el capital, en cuyo caso el nivel de tolerancia al riesgo y por tanto su nivel de aceptación de pérdidas patrimoniales es muy bajo, o si por el contrario, se invierte con un objetivo de inversión en activos con potencial de crecimiento y revalorización, en cuyo caso hay que ser capaz de asumir un mayor riesgo de pérdidas y tener capacidad para reaccionar ante un resultado positivo o un resultado negativo y tomar una decisión consciente y analizada.
Dicho esto, el resultado no tiene la misma implicación en nuestra mente ni en nuestras emociones. Perder un 5% o ganar un 5% es radicalmente distinto, porque siendo el mismo % sentimos más intensamente el dolor de la pérdida que el placer de la ganancia.
Cuando estamos en el escenario de subidas de mercado, la mente humana piensa que no está tomando tanto riesgo, debido a que la alegría, satisfacción y seguridad que nos produce la ganancia nos hace sentirnos más seguros y reafirmados con nuestra inversión.
Sin embargo, cuando perdemos dinero, se manifiesta la emoción del miedo o la emoción de la ira o enfado y estas emociones nos impulsan a tomar decisiones poco sensatas porque no son decisiones meditadas sino decisiones que toma nuestro sistema automático de defensa. El miedo es una defensa natural que tenemos los seres humanos y que tiene la capacidad de paralizarnos o ponernos en acción, mientras que la ira es una emoción que nos lleva a la acción. En ambos casos, como diría Daniel Kanheman (Premio Nobel de Economía), estaríamos tomando decisiones con nuestro sistema 1 del cerebro, el sistema automático, mientras que el sistema 2 se pondría en funcionamiento a la hora de tomar la decisión de invertir a largo plazo, ya que necesitamos utilizar la parte lógica del cerebro, la que requiere esfuerzo y concentración para tomar decisiones.
El psicólogo y escritor Walter Riso, dice que “creemos demasiado a las creencias porque es más cómodo no cuestionarnos a nosotros mismos”.
Puede ser una labor difícil de hacer en solitario y creemos que se obtienen mejores resultados con un especialista al lado que nos guíe en el camino hacia el interior de nosotros mismos.
En AFS Finance Advisors EAFI, estamos especializados en utilizar herramientas de coaching y psicología financiera para identificar las creencias de nuestros clientes, para acompañarles en la mejora de las creencias limitantes y apoyar sus decisiones en sus creencias de poder. De esta manera las inversiones están completamente integradas con sus objetivos, sus miedos y sus ambiciones.
Como dijo Sue Grafton, escritora americana de novelas detectivescas, “Puede usted creer lo que le guste. Lo único que yo le digo, es que haría bien en comprobarlo”